La increíble historia del chocolate con leche

A fines de la década de 1860, una profunda frustración invadía al industrial suizo Daniel Peter. Dueño de una fábrica de velas con sede en Vevey, Suiza, Peter notaba que algo estaba cambiando. Nuevos vientos soplaban en el rubro de su industria: de manera lenta pero contante, la lámpara de querosén había ido arrebatando su porción del mercado de la iluminación durante los últimos 15 años.
Consciente de que la tendencia del mercado hacia nuevas formas de iluminación era irreversible, Daniel Peter, visionario como todo buen emprendedor, decidió no quedarse observando pasivamente como su fábrica de velas marchaba inexorablemente hacia la extinción y tomó la determinación de cambiar radicalmente de rubro: se dedicaría a producir chocolate.

Daniel Peter estaba casado con la nieta de un maestro chocolatero y su esposa había heredado la fábrica de chocolate familiar. El empresario confiaba en la innovación como motor para hacer prosperar el negocio que había heredado su mujer. Sostenía que era necesario introducir cambios en la industria del chocolate y estaba seguro de que al innovar, el número de consumidores crecería enormemente.
Peter sabía exactamente qué hacer: eliminar el gustillo amargo del chocolate que disgustaba a una gran cantidad de consumidores. Es más, sabía cómo conseguirlo. ¿Cómo? Muy simple, añadiendo leche cuyo dulzor compensaría el sabor amargo del cacao. Pero como tantas veces ocurre en la vida, lo que en la teoría parece simple, suele complicarse cuando se traslada a la práctica. El problema se debió a que Peter no tuvo en cuenta las leyes de la física para la realización de su idea. Para decirlo en dos palabras: la amalgama de leche y cacao era un matrimonio inviable. La pasta de cacao tiene un altísimo contenido de grasa lo cual impide que se mezcle con la leche. Es casi como pretender mezclar aceite con agua de manera homogénea. Imposible.

Pero nada era imposible para la ambición y determinación de Daniel Peter. Para su fortuna, los planetas se habían alineado unos años antes para que su idea del chocolate con leche viera la luz. Un tiempo atrás, un tal Henri Nestlé, vecino de Peter, había fundado la Anglo-Swiss Condensed Milk Company (Compañía de Leche Condensada Anglo-Suiza). Inspirándose en el producto estrella del vecino Nestlé, nuestro tenaz empresario chocolatero decidió probar un nuevo enfoque y utilizar leche condensada para su proyecto.
Gracias a su contenido reducido de agua, la leche condensada se podía mezclar sin problemas con el cacao. Luego, a medida que la masa se enfriaba, el conjunto se solidificaba. Así fue como Peter finalmente consiguió materializar su idea y en 1875 comercializó las primeras tabletas de chocolate con leche. El éxito, como se podrá imaginar, fue rotundo. El empresario llamó “Gala Peter” a su primera y dulce creación. “Gala” deriva del griego y significa “de la leche”.
Hay que decir que además de un genio de los negocios y la innovación, ¡Daniel Peter resultó un genio del marketing! Para resaltar el novedoso contenido lácteo de su producto, ilustraba los afiches publicitarios del chocolate con leche “Gala Peter” con vacas situadas en los idílicos paisajes montañosos de Vevey.

Y fue así como Suiza, con un clima tan desfavorable para el cultivo del cacao, se consagró como el país por excelencia del chocolate en el imaginario colectivo.
Y colorín colorado, la historia del chocolate con leche ha terminado 😊