Dos maneras de aprender
Hay varias maneras de aprender; en este artículo vamos a hablar de dos. La primera es aprender practicando, repitiendo hasta dominar la habilidad que uno se ha propuesto aprender. Así uno aprende, por ejemplo, a resolver cálculos matemáticos, jugar al tenis, tocar el piano o leer las notas de una partitura. Es el tradicional y efectivo método de la práctica y repetición. Si se le suma un gran talento innato suele conducir a la perfección. Hasta aquí, nada demasiado novedoso.
Hay otra forma de aprender que no suele ser tan conocida, ni estimulada, ni practicada: el aprendizaje del fracaso. O para decirlo de otro modo: la práctica del fracaso y el aprendizaje que se obtiene de ella. Es simple, se trata de probar una idea tras otra hasta que uno encuentre una que funcione. Fracasar una y otra vez hasta que se logra el éxito. Buscar donde nadie antes ha buscado para encontrar lo que nadie antes ha encontrado. Cada obra que admiramos es el resultado de innumerables intentos fallidos, de fracasos consecutivos. Además de práctica y repetición, claro está.
Para cerrar, propongo un ejercicio de imaginación en forma de utopía pedagógica: ¿Qué pasaría si las escuelas, además de basar buena parte de la enseñanza en el método tradicional de la práctica y repetición, estimularan deliberadamente una actitud positiva de los estudiantes hacia el fracaso? Vale la pena pensarlo, ¿no?