Estoicismo: la filosofía del sentido común y la resiliencia
Resiliencia», «fortaleza mental», «pensamiento positivo»… Estas palabras, muy de moda en estos días, tienen una historia que se remonta a años atrás o mejor dicho, a milenios atrás. Efectivamente, hace 2000 años, los filósofos estoicos proclamaban y vivían de acuerdo con ciertos principios que hoy consideramos modernos. De hecho, un método psicológico muy utilizado actualmente es la “terapia cognitiva conductual” que se basa justamente en el estoicismo. Veamos de qué se trata esta particular filosofía.
El estoicismo proporciona una rica urdimbre de estrategias y técnicas para desarrollar la resiliencia psicológica. En cierto sentido, el estoicismo antiguo fue el predecesor directo de todas las corrientes y métodos de autoayuda moderna. Las ideas y técnicas de los antiguos estoicos han inspirado muchos enfoques actuales tanto para el desarrollo personal como para la terapia psicológica. En general, se acepta que la psicoterapia moderna que más se asemeja a los “remedios” estoicos antiguos para los problemas emocionales es, como se dijo, la terapia cognitiva conductual (TCC) y su precursora la terapia racional emotiva conductual (TREC). Ambos métodos se enfocan en resolver problemas emocionales y conductuales mediante un modelo de intervención filosófico y empírico.
Volviendo al estoicismo, mucha gente asocia esta palabra con un comportamiento robótico y frío, en el que las emociones brillan por su ausencia. Nada más alejado de la realidad. Los estoicos proponían excelentes herramientas para ayudar a combatir los sentimientos negativos y estimular comportamientos positivos. En general, cuando los estados emocionales negativos se tratan eficazmente, uno tiene más tiempo para dedicarse a los sentimientos positivos. Y cuanto más tiempo le dedicamos a los sentimientos positivos, más aumenta nuestra capacidad de resiliencia, es decir nuestra capacidad de recuperarnos frente a las adversidades. De esa manera, podemos seguir proyectando el futuro. Esa es, en versión simplificada, la base de la lógica estoica.
Veamos a continuación tres de los principios más relevantes del estoicismo:
1. “Las personas no se afligen o perturban por los acontecimientos, sino más bien por sus juicios sobre los acontecimientos”. Ejemplo: la lluvia no nos pone melancólicos; son nuestros sentimientos hacia la lluvia los que nos hacen poner melancólicos.
2. “Es fundamental saber distinguir entre lo que puedes controlar y lo que no puedes controlar”. Para los estoicos, lo único que realmente se puede controlar son los propios pensamientos. No se puede controlar a otras personas, ni a la naturaleza, ni siquiera al propio cuerpo. Explicaban: “Cuando te sientes frustrado por algo que no puedes controlar (o sea la mayoría de las cosas) estás fingiendo que eres Dios. Sientes que debes tener poder sobre algo y como en verdad no lo tienes, te enfadas, te frustras o te sientes triste”. Para decirlo de otro modo, las cosas son como son y no como querríamos que fueran o como, según nuestra opinión, deberían ser. Aceptar esta verdad no significa resignarse. Al contrario, significa estar mejor preparado para enfrentar las situaciones adversas que se presentan en la vida.
3. “Cuando aceptamos que ningún acontecimiento está ciento por ciento bajo nuestro control, aceptamos también que la responsabilidad por lo que sucede no es ciento por ciento nuestra”. Ojo que esto no es una excusa para asumir una actitud pasiva ante los hechos. La realidad es que aunque no controlemos los resultados, sí manejamos y dirigimos el proceso. Decir: “Voy a aprobar el examen con 10” es un engaño. Decir: “Voy a estudiar todo lo que pueda para tener la mejor nota posible”, es un proceso que depende de nosotros, que está en nuestras manos.
Si usted piensa que puede controlar los resultados, la realidad tarde o temprano le va a dar una soberana cachetada dejándole bien en claro quién manda. Las consecuencias ya las habrá vivido alguna vez: usted se enoja consigo mismo y con el mundo o se da por vencido. Concéntrese en lo que puede controlar, o sea el proceso. Simple y sencillo: haga todo lo que pueda. Si el destino lo permite, las cosas saldrán bien. Si no, no había nada que hacer. No estaba bajo su control y por lo tanto, no tiene sentido angustiarse.
Séneca, el gran estoico, expresó lo siguiente: “En resumen, el hombre sabio considera el propósito de todas sus acciones sabiendo que no siempre puede prever sus consecuencias. Los comienzos están en nuestro poder, pero la Fortuna juzga el resultado. Lamentablemente, no hay nada que podamos hacer al respecto”.