¿Suerte o estrategia? La victoria de Amundsen en la carrera al polo sur

Patricia Por Patricia0 Comentarios8 min lectura770 views

Hay un proverbio (griego, creo) que reza así: “Sólo el tonto aprende de sus errores, el sabio aprende de los errores de los demás”. Estas palabras resultan muy apropiadas para describir a los protagonistas de la increíble carrera hacia el polo sur: el noruego Roald Amundsen y el británico Robert Falcon Scott, carrera que -como es sabido- tuvo como resultado la victoria del noruego. Efectivamente, el 14 de diciembre de 1911, Amundsen se convertía en el primer ser humano en pisar el polo sur.

Lo curioso es que Scott era quien contaba con mayores ventajas en esta carrera, ya que antes había intentado llegar al polo sur; sin embargo, no supo aprovechar el valor de sus experiencias previas, ni tampoco adquirió suficiente conocimiento acerca de cómo transitar las superficies nevadas y heladas del polo. Por su parte, Amundsen, astuto y estratega como pocos, se aseguró de leer los diarios de Scott y utilizó buena parte de la información allí vertida en la planificación de su expedición.

El capitán británico Robert Falcon Scott
El explorador noruego Roald Amundsen

El principio

La temperatura del polo sur es más elevada en diciembre, por lo que ambos equipos naturalmente decidieron viajar en esa época del año. Scott comenzó su periplo en el Cabo Evans, un área con la que estaba familiarizado por su viaje anterior. Amundsen comenzó en Framheim, en la Bahía de las Ballenas; este lugar estaba un poco más al sur que el Cabo Evans. Para Amundsen esto significaba un total de 1.285 kilómetros de recorrido, 96 kilómetros menos que Scott. Amundsen también podría haber comenzado antes, pero su ruta no estaba tan bien delineada como la de Scott. Creía, a partir de la información disponible, que la ruta elegida le permitiría pasar menos tiempo en las heladas cadenas montañosas y que tal vez podría beneficiarse de condiciones climáticas favorables. Y no se equivocó. Como atestiguan los hechos, su pronóstico se hizo realidad, aunque podría debatirse si fue por suerte o por planificación. Quizás ambas cosas a la vez. A propósito, Amundsen creía que la suerte se podía planificar.

Amundsen transportó todos sus equipos y equipaje de viaje con esquíes y perros. Scott, por su parte, optó por diferentes medios: perros, ponis, modernos trineos motorizados y esquíes. Sin embargo, esta táctica le ocasionó algunos problemas. Los ponis, a diferencia de los perros, eran totalmente inadecuados para el ambiente polar y no sobrevivieron por mucho tiempo. Tampoco tuvo suerte con los trineos: uno de sus tres trineos a motor cayó al agua y los otros dos ni siquiera se utilizaron.

Fridtjof Nanse, el célebre científico, explorador y diplomático noruego, le había recomendado perros a Scott, pero Scott se mostró reacio. No veía la forma de utilizar a los perros sin tener que sacrificarlos cuando estuvieran demasiado cansados, algo que se negó a hacer. Sin matarlos, creía que no representaban una gran ventaja. Así y todo, llevó algunos perros, pero no dedicó tiempo a amaestrarlos y prepararlos, por lo que terminaron convirtiéndose en una carga. Lo mismo sucedió con los esquíes; Scott consideraba que no eran muy útiles como medio de transporte. Le dedicó algo de tiempo al entrenamiento con esquíes, pero finalmente optó por que sus hombres tiraran de los trineos, sin considerar cuan extenuante resultaría esta tarea.

Los perros

Amundsen se desplazaba con notable velocidad, de esa manera él y su equipo podían pasar aproximadamente 16 horas al día descansando, una táctica sin dudas valiosa. Regresó del polo a fines de enero, cuando el clima todavía se mantenía relativamente templado. Scott había planeado estar de regreso en marzo, terriblemente tarde.

Debe decirse que Amundsen no solo triunfó porque hizo cosas que Scott no había planeado hacer, sino también porque hizo cosas que Scott se negó a hacer por motivos éticos. Amundsen, como se mencionó, utilizaba sus perros para desplazarse y, una de las ventajas de los perros es que comen carne. Amundsen, hay que decirlo, tenía un costado decididamente cínico: cada vez que un perro se cansaba o molestaba, lo mataba y repartía la carne de perro entre los otros perros y su equipo. Esta táctica cruel pero efectiva, sumada a que poseía un conocimiento superior sobre el esquí, fueron algunos de los factores que le permitieron a Amundsen alcanzar su meta.

Las raciones

Una gran cantidad de provisiones se almacenaba en depósitos y aquí también Scott tuvo problemas. En su primer viaje ocurrió que algunos de los depósitos estaban mal señalizados, lo que dificultaba su localización; una vez buscaron durante horas antes de encontrar uno. Amundsen se había percatado de este problema a partir de la información de los diarios de Scott y se aseguró de marcar correctamente sus depósitos. Otra cosa relacionada con los depósitos era el tema del combustible. En su primera expedición, Scott notó que en los depósitos había siempre menos combustible de lo que esperaba. Sin embargo, en su segundo viaje, no hizo nada para arreglar esto. Amundsen, nuevamente, analizó el problema y comprendió mejor la situación que Scott. El combustible simplemente se evaporaba lentamente de sus contenedores tras los meses de espera. Amundsen selló los contenedores correctamente y mientras Scott luchaba contra el frío, Amundsen gozaba de suficiente combustible y calor.

Scott también había calculado mal el consumo energético por persona, y la gente de su equipo sufría constantemente de hambre. Además de esto, había poca comida fresca en el menú, por lo que las vitaminas B y C eran escasas. En aquella época, los médicos habían llegado a la conclusión de que enfermedades como el escorbuto se podían prevenir con alimentos frescos, pero Scott no tuvo en cuenta esta información y sus hombres pronto se contagiaron.

Y hubo un problema más: Scott había planeado originalmente la expedición con un equipo de cuatro personas, pero luego, por razones que nunca se conocieron, incluyó un quinto miembro en el último minuto, cuando la expedición ya había comenzado. Esto cambió el plan de raciones y la cantidad de combustible necesaria. Algunos sugieren que hizo esto porque que quería incorporar un “tipo normal” entre todos los oficiales, para tener a la clase obrera británica representada en la gloriosa epopeya. Scott era un hombre que se preocupaba mucho por las apariencias. Agotados por tener que transportar sus suministros y debilitados por raciones de alimentos inadecuadas e insuficientes, sus hombres no tuvieron ninguna chance en el entorno hostil de la Antártida.

La victoria

Visto en retrospectiva, no es difícil comprender por qué la victoria de Amundsen estaba decidida antes de empezar la carrera al polo sur. Amundsen contaba con una adecuada velocidad de desplazamiento, tiempo para descansar, comida, calor, agua y distancias más cortas de su lado. Scott, por su parte, contaba con experiencia, pero, paradojas de la vida, el conocimiento adquirido en el primer viaje terminó beneficiando más a Amundsen que a él mismo.

Scott debería ser recordado y respetado por su decisión moral de negarse a asesinar perros para ganar efectividad en el trayecto. Pero en el fondo, lo que quizás esta actitud noble enmascaraba era la cruda verdad: el británico no estaba preparado para afrontar la expedición al polo sur y para hacer todo lo que fuera necesario (inclusive asesinar a sus perros) para alcanzar su cometido.

Amundsen llegó al Polo el 14 de diciembre, 34 días antes que Scott. Como estaba previsto, Amundsen regresó a su barco a finales de enero. Scott murió a fines de marzo en su camino de regreso del polo sur.

Estilos de liderazgo

La victoria de Amundsen fue el resultado de una misión cuidadosamente planificada y correctamente ejecutada, mientras que la derrota y muerte de Scott (junto con sus compañeros) fueron las últimas consecuencias de una misión mal concebida y también de un liderazgo poco eficaz. A propósito de liderazgo, es interesante saber qué pensaba Amundsen al respecto:

“Hemos establecido una pequeña república a bordo del Gjøa. Después de mi propia experiencia, decidí utilizar en la medida de lo posible un sistema de libertad a bordo: dejar que cada uno tenga la sensación de ser independiente dentro de su propia esfera. De ese modo, surge -entre la gente sensata- una disciplina espontánea y voluntaria, que vale mucho más que la compulsión. Todo hombre tiene así la conciencia de ser un ser humano libre…. La voluntad de hacer el trabajo no es forzada, es natural. Todos trabajamos hacia un objetivo común y con mucho gusto compartimos todo el trabajo”.

Amundsen escribió esas líneas en 1904 en su camino hacia el Paso del Noroeste. Esta expedición surgió porque el noruego tuvo la idea, descabellada para la época, de navegar el Paso del Noroeste de Canadá entre los océanos Atlántico y Pacífico. Para ello, armó el Gjøa, un pequeño barco de pesca de bacalao.

La idea de liderazgo para Scott era completamente diferente. A diferencia de su rival, Scott no estaba interesado en la exploración polar, sino que veía la expedición al polo sur como una forma de avanzar en su carrera en la Royal Navy y ganar prestigio en su país. Su estilo de liderazgo era autoritario y exigía obediencia a sus hombres según el código de conducta de la Royal Navy. Los antecedentes militares de Scott influyeron en su desdichado destino. Sostenía el principio de seguir adelante con una misión a como diera lugar y se negaba, de ser necesario, a modificarla o abandonarla, como si la perseverancia y el coraje por sí solos pudieran marcar la diferencia entre el éxito y el fracaso. Como todos los militares, era competitivo y como estaba absolutamente comprometido en la carrera al polo sur, siguió adelante, a pesar del empeoramiento de las condiciones climáticas.

En el libro “Scott and Amundsen” el escritor Roland Huntford destaca la importancia decisiva de las mentalidades de ambos en la victoria del uno y el fracaso del otro. Más allá de las diferencias en la planificación y ejecución, lo que Huntford resalta es la motivación que inspiraba a cada uno. Escribe en su libro: “Scott quería ser un héroe; Amundsen simplemente quería llegar al polo sur. Scott, jugaba para la galería, por así decirlo; Amundsen pensó en completar la tarea que tenía entre manos, no en un público”.

Reflexión final: se pueden encontrar decenas de razones que explican tanto la victoria de Amundsen como el trágico final de Scott. Con respecto al primero, yo diría que fueron las siguientes habilidades las que permitieron concretar la monumental hazaña: una estrategia inteligente, una planificación obsesiva, voluntad y determinación inamovibles, un estilo de liderazgo inspirador y una capacidad de ejecución impecable. Y también, claro, una buena dosis de suerte. Como todo en esta vida.

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