Cambios y mutaciones fisicoquímicas en la era del streaming

Cambia todo cambia”, dice la canción. Es cierto. El cambio es inevitable. Todo cambia, aunque gran parte de las mutaciones sean imperceptibles al ojo humano. Las montañas más grandes y altas se desgastan a paso lento pero constante; las especies animales y vegetales del planeta están mutando hacia algo diferente en ultra slow motion. Inclusive el poder lumínico absoluto del astro rey se desvanece irreversiblemente en la Vía Láctea. Eso sí, lo hace a ritmo astronómico que poco y nada tiene que ver con nuestros modestísimos tiempos humanos. Igual, aunque no lo notemos, su proceso de extinción está en marcha.
En la actualidad, la tecnología forma parte del núcleo de cada cambio significativo que nos sucede en la vida. La tecnología es hoy el factor acelerador de cambios de la humanidad. Gracias a la tecnología todo lo que hacemos está en permanente proceso. La materia cambia de estado. Lo sólido se vuelve líquido y fluye. Todo fluye. Los productos se vuelven servicios, procesos, flujos, streaming. Wikipedia explica que el streaming es una corriente continua que fluye sin interrupción. Es la tecnología que nos permite ver un archivo de audio o video directamente desde internet en una página o aplicación móvil sin descargarlo previamente a nuestro dispositivo. Lo visualizamos a medida que se va descargando a la PC, tablet o smartphone. Netflix es la expresión streaming de los soportes físicos de video de antaño (VHS y DVDs) y Spotify es el equivalente de los antiguos soportes de audio (casettes y CDs). Las transmisiones streaming no se coleccionan en piezas sólidas ni se almacenan en la computadora. Fluyen como las corrientes de agua de los ríos.
En estos tiempos, la información se maneja desde “la nube” que permite almacenar y acceder a datos y programas a través de Internet en lugar del disco duro de la computadora. Se dice que el disco duro va camino a la extinción. Se reemplaza por la “nube” gaseosa e intangible.
Dijimos antes que en este mundo actual de procesos y mutaciones tecnológicamente aceleradas, los productos se vuelven servicios. Vemos el ejemplo del auto. El auto ya no es solamente un vehículo físico; es un servicio de transporte que nos lleva de A a B en un tiempo X. Como tal, se puede reemplazar por otro servicio que también nos transporte de A a B en un tiempo X o inclusive menor que X; bicicleta, tranvía, caminata, Uber, no importa qué. Y quién sabe, tal vez en un futuro no tan lejano ni siquiera haga falta transportarse físicamente de A a B. Algo de eso hemos visto en tiempos de coronavirus, cuarentenas, home-office y escuela online.
Alguien dijo que el invento más importante de los últimos 200 años no ha sido ni una herramienta, ni un instrumento, ni un objeto físico. La invención más importante ha sido el proceso científico usado principalmente en la producción de conocimiento en las ciencias. Una vez que se creó el método científico -el proceso-, se pudieron crear miles de objetos y productos que revolucionaron y transformaron al mundo.
En esta era de cambios y mutaciones, los procesos líquidos e inmateriales han desplazado a los productos sólidos. Todo cambia. Todo fluye. La materia cambia de estado todo el tiempo. Fisicoquímica pura y simple.
