El surrealismo cumple 100 años
Hace un siglo el escritor francés André Breton publicó un manifiesto que se convertiría en uno de los textos artísticos más influyentes del siglo XX. El Manifiesto del surrealismo (Manifeste du surréalisme) de Breton inició un movimiento que transformó no solo las artes visuales, sino también la literatura, el teatro, el cine y la publicidad.
En realidad, el término “surrealismo” había sido acuñado por primera vez por el poeta y ensayista francés Guillaume Appollinaire en marzo de 1917. Breton tomó el término y bautizó con él su manifiesto. A principios del siglo XX era habitual que los movimientos artísticos adhirieran a un manifiesto publicado. En el caso del manifiesto de André Bretón se valoraba la mente inconsciente en la creación de arte por encima de las decisiones artísticas conscientes. Esto dio como resultado expresiones visuales que no representaban la vida real, sino que amalgamaban objetos, situaciones e imágenes creando obras de carácter incongruente y onírico.
Cuando André Breton publicó el manifiesto el 15 de octubre de 1924, el mundo enfrentaba las secuelas de la Primera Guerra Mundial y el panorama general era dramáticamente sombrío. Breton quería desafiar la estructura de pensamiento de la época basada en la lógica. Afirmaba que el pensamiento lógico era la causa fundamental de los problemas que enfrentaba el mundo y que en el inconsciente creativo residía la fuerza salvadora de la humanidad.
En su manifiesto, Breton definió el surrealismo de la siguiente manera: “Automatismo psíquico en estado puro, mediante el cual uno se propone expresar oralmente, por medio de la palabra escrita, o de cualquier otra manera, el funcionamiento real del pensamiento en ausencia de cualquier control ejercido por la razón al margen de toda preocupación estética o moral”.
El surrealismo fue un concepto impactante por lo disruptivo. Además, el deseo de escapar de la oscura realidad que dominaba la vida cotidiana hizo que se convirtiera en una idea cautivante. Lo que siguió fue la configuración de un movimiento artístico que se expandió internacionalmente junto con sus adeptos. Luis Buñuel, Frida Kahlo, Aimé Césaire, Man Ray y Salvador Dalí fueron algunas de las figuras importantes que abrazaron el movimiento.
Los artistas surrealistas se inspiraron en los avances logrados en la psicología a finales del siglo XIX y principios del XX. La obra La interpretación de los sueños de Sigmund Freud revolucionó la forma en que entendemos los sueños y el inconsciente dándole un significado psicológico a lo que vemos y experimentamos en nuestros sueños. Breton, en su manifiesto, afirmó que los sueños permiten que existan situaciones imposibles en nuestra mente. Los artistas surrealistas utilizaban el estado hipnagógico, es decir el estado intermedio entre la vigilia y el sueño, como fuente de inspiración tratando de recrear lo que habían visto y sentido en ese intervalo entre estar despierto y estar sumergido en un sueño profundo. Así surgieron obras icónicas del surrealismo como El hijo del hombre de René Magritte y La persistencia de la memoria de Salvador Dalí.
En otra parte del manifiesto, Breton introduce un concepto surrealista clave: “lo maravilloso”. Para los surrealistas, “lo maravilloso” se podía encontrar en poemas, pinturas, fotografías y objetos cotidianos. Decían que el contacto con lo maravilloso se experimentaba como un shock o un estremecimiento, un momento de súbita comprensión que permitía trascender lo ordinario y vislumbrar lo sublime, oculto dentro de lo aparentemente mundano. Al rechazar los modos tradicionales de comprensión y abrazar el inconsciente, los surrealistas intentaron trastocar el orden establecido de las cosas. Consideraban el automatismo y lo maravilloso como formas de acceder a verdades más profundas, libres de las limitaciones de la racionalidad que, según creían, había dominado durante demasiado tiempo el pensamiento occidental.
Los acontecimientos que siguieron a la publicación del Manifiesto del surrealismo respaldaron la afirmación de Breton hecha durante una conferencia en 1934, acerca de que el movimiento se había “extendido como un reguero de pólvora, siguiendo su curso, no sólo en el arte sino en la vida”. Efectivamente, desde su nacimiento hasta la actualidad el movimiento surrealista ha influido profundamente en la fotografía, el cine, la literatura, la televisión, la publicidad y se ha arraigado en el espíritu cultural de la época moderna. Tanto así que, como comenta Desmond Morris en su libro Surrealists, cuando ocurre algo inusual en lugar de decir: ‘Eso es muy extraño’, solemos decir: ‘Eso es surrealista’”.
Gracias a su uso icónico de situaciones e imágenes sigue siendo uno de los movimientos artísticos más influyentes, no solo del siglo XX, sino de toda la historia del arte. Como lo confirma el éxito de las exposiciones que continuamente se llevan a cabo en la actualidad, su influencia no ha desaparecido a pesar de que el movimiento formal se haya desvanecido décadas atrás.
El surrealismo no fue solo una corriente artística, sino una postura filosófica que buscaba repensar radicalmente la existencia. Mientras que los románticos veían la belleza de la naturaleza en el arte y la poesía como una forma de escapar de lo cotidiano, el surrealismo abordaba directamente temas como la identidad, el tiempo y la muerte que aparecen en nuestro inconsciente y se expresan mediante los sueños.
Con sus extravagantes expresiones artísticas y su abierta provocación a las reglas convencionales, el surrealismo sigue siendo un reflejo de la riqueza y complejidad de la mente humana. El legado de los maestros surrealistas continúa viviendo en el espíritu del arte sirviendo de fuente de inspiración para aquellos que buscan explorar los límites de la imaginación y la creatividad.