La curiosa historia del armiño musculoso de da Vinci

Patricia Por Patricia0 Comentarios2 min lectura996 views

Lugar: Museo de Cracovia, Polonia. Año: 2007. El ingeniero francés Pascal Cotte acaba de obtener una autorización excepcional. Después de años de tratativas, finalmente podrá examinar en detalle la obra más famosa del museo: una joven del siglo XV acariciando a un pequeño animal parecido a un hurón o un armiño. La obra es “La dama del armiño” realizada nada menos que por Leonardo da Vinci. Lo que sigue es la historia del curioso descubrimiento de Cotte mientras examinaba la obra.

Cuando estaba analizando la pintura, Cotte descubrió un detalle impactante. Gracias a un moderno tipo de cámara de alta tecnología que permitía ver las diferentes y sucesivas capas de pintura, y por lo tanto las fases de creación de la obra, Pascal Cotte descubrió que en la primera versión de la pintura, la dama no sostenía ningún animal entre los brazos.

Leonardo añadió el armiño a la composición en una segunda etapa. E incluso retocó después la primera versión del animal. Modificó la imagen original, la de un animalito frágil, para convertirlo en un animal bastante extraño. muy fornido, una mezcla de armiño y perro. ¿Qué significaban estos cambios?

Las distintas fases de la composición de «La dama del armiño»

Para entender las razones de esas modificaciones hay que comprender quién era la mujer representada. Se trataba de Cecilia Gallerani, la amante del duque de Milán Ludovico Sforza, mecenas de Leonardo, a quien apodaban «el armiño blanco». Una de las interpretaciones de este retrato sería entonces que Cecilia sostenía entre sus brazos a su amante en persona. Pero ¿a qué se debió ese extraño aspecto? Una explicación posible es que al modificar la naturaleza frágil del animal y representarlo como una criatura más corpulenta, el artista buscaba resaltar la fuerza y el coraje del duque.

Es interesante este descubrimiento de Pascal Cotte porque demuestra que Leonardo además de ser un genio del arte tenía una gran habilidad para halagar egos y para adaptar su “producto” según el gusto del cliente. Un genio del marketing, en una palabra.

Esta simpática historia de “La dama del armiño” sirve para corroborar que aunque hayan pasado más de 500 años de su muerte, Leonardo da Vinci no deja – ni dejará nunca- de sorprendernos.

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